lunes, 10 de enero de 2011

Jason, el ocupa de enfrente (capitulo 3: "¿El ángel de la guarda?")

Hoy voy a contar como me salvaron la vida. Como Jason me salvó la vida. Le digo Jason porque cuando lo vi por primera vez me dio miedo, y por cómo estaba vestido se parecía al personaje de la película de terror. No sé si algún día podre hablar con él. Pero me gustaría.

Hoy cuando estaba por cruzar la calle yendo al hospital. Como siempre que decido bajarme un par de cuadras antes para caminar un poco me pongo los auriculares para escuchar música, iba alejada de todo sonido de la ciudad. Solo yo y mi música. Está mal, ya lo sé. Pero me gusta. Iba comiendo una barrita de cereal porque sabía que no iba a tener mucho tiempo después para almorzar algo como la gente. Ya estaba llegando un poco tarde asique comencé a acelerar mi marcha. Cuando estaba por cruzar la calle, con un pie sobre el asfalto, veo hacia la izquierda un colectivo que viene a toda velocidad hacia mí.  Debería haber visto hacia los lados antes de cruzar, pero como estaba escuchando esa canción de Alex Ubago  que me encanta, y que me hace recordar a Jason “Me muero por conocerte, saber qué es lo que piensas…” tarareando y caminando, no miré. Cuando lo hice ya era tarde, el colectivo estaba a varios metros a punto de llevarme puesta, y yo me quedé paralizada, no pude moverme. Ahí fue cuando sentí que me agarraban el brazo y me tiraban hacia la vereda. Todo paso en un segundo, el golpe de mi caída me había hecho pensar que el colectivo me había atropellado. Tarde un par de segundos en volver a pensar con un poco de claridad. Y lo vi que se iba corriendo. Era él. Era Jason. Ahora mi salvador. Mi ángel de la guarda. Me levante lo más rápido que pude y empecé a correr. El corría demasiado rápido pero pude acercarme bastante y le grite “¡Esperá! ¡No te vayas! ¡Quiero hablar con vos! ¡Me salvaste la vida! ¡¿Por qué te vas corriendo?!” por un segundo dio vuelta la cara y me miró. Mucho no pude verlo, porque estaba ya más lejos, pero vi que tenía la barba cortadita, una gorra azul, y por más que estaba lejos sentí que sus ojos se clavaron en mí. Tuve que parar de correr porque ya no podía más. Un burbujeo dominaba mi estomago. Sentí como mis mejillas se ponían coloradas. Frené del todo y me quede parada mirando cómo se alejaba.

Volví a caminar hacia el hospital y me di cuenta al llegar que cuando Jason me tomo del brazo para salvarme, me caí al suelo y me lastimé. Estaba tan preocupada por alcanzarlo y darle las gracias que no me percate que tenía la rodilla lastimada y estaba sangrando. Me cure la herida y comencé mi día laboral, no sin dejar de pensar en el.

Le conté a mi amiga del hospital lo que me había pasado. No entendía nada así por parte, así que cuando tuvimos un ratito libre nos sentamos en la enfermería a tomar un café y le conté todo desde el principio. ¡Estaba que echaba humo! No paraba de repetirme que estaba loca y que ese tipo podía ser un asesino o algo así. Que me estaba siguiendo y que yo no hacía nada. Que encima parecía que me estaba enamorando de ese tipo. Obviamente negué todo tipo de sentimiento amoroso para con Jason, pero ella no entraba en razón. “Si me salvó la vida no creo que sea un asesino” le dije.

-Estás loca. Definitivamente – le dijo lucia cuando salía de la enfermería- Nos vemos mañana, ya termino mi turno, ¡cuídate! No seas tonta.


Más tarde en su casa, en su terraza. Seguía pensando en él. Mientras escribía lo que le había pasado, se tomaba un par de minutos para mirar hacia la construcción de enfrente para ver si aparecía su ángel de la guarda. Terminó de escribir, pero no apareció. Acabó su vasito de Gancia, fumo otro cigarrillo y bajo a su casa para acostarse a dormir.





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