jueves, 9 de septiembre de 2010

"Julita" (5ta parte) -Los asistentes sociales- (penultimo capitulo)

Querido diario. Hola, soy yo. Julita. Hoy pasaron un par de cosas raras que mucho no entendí. Vino a visitarme un señor y una señora que se hacían llamar asistentes sociales. Estaba Héctor con ellos. No me dijeron eso. Yo los escuche hablar con la abuela antes de que me los presentara. Hablamos de un par de cosas. Me hicieron muchas preguntas. Héctor también. También tuve un sueño horrible anoche. Pero cuando me levante todo se me paso. Bueno mejor empiezo por el principio porque si no te cuento todo de golpe y vos tampoco entandes nada.

Te cuento que anoche soñé algo muy raro. Estaba en mi habitación durmiendo, y me despertaba porque tenía sed. El vaso de agua que mi mama me pone todas las noches en mi mesa de luz no estaba. Porque mi mama estaba descansando y no se acordó. Y mi abuela no sabía, yo me olvidé de decirle que mi mama me pone un vaso de agua para que no tenga que levantarme cuando me da sed. Entonces iba a ir a la cocina a servirme agua. Pero la puerta estaba cerrada del lado de afuera con llave. No podía salir. Empecé a gritar para que me abran, pero parecía que nadie me escuchaba, porque no venían. Me empezaba a poner nerviosa y golpeaba la puerta con los puños cerrados. Sin dejar de gritar.
-¡Abran la puerta! ¡Quiero salir! ¡Quiero salir! ¡El está aquí! ¡Va a matarme! 
De repente me di vuelta. Sentado en mi cama había un señor. Me miraba con cara de enojado. Yo empezaba a transpirar. Tenía mucho miedo. Las paredes no eran las de mi habitación. Eran blancas. Con manchas de humedad. Y caía sangre que brotaba de las esquinas del techo. Era espesa y caía muy despacio, como deslizándose a su gusto por la blanca pared. 
Eso me ponía aún más nerviosa todavía.
El hombre que estaba en mi cama se levantaba lentamente. Yo apoyada sobre la puerta, empujando fuerte, deseando que se abriera mágicamente para poder escapar. El hombre seguía acercándose, pero no pudo llegar a mí, ya que una mujer muy parecida a mí, pero más grande, apareció de la nada. Lo golpeó muy fuerte y este cayó al suelo. Un estruendo recorrió toda la habitación. Retumbaban mis oídos. Pero ahora mi mama estaba tirada en el piso. La cara con sangre. Su mano sobre la cabeza. Gimiendo de dolor.
De repente se abrió la puerta. Me empujó. Yo me apure a salir pero mi abuela entro y la cerro detrás de ella sin dejarme salir. 
-¡Julita que hiciste!- gritaba como loca sentada junto a mama.
-Nada abuela. El hombre malo. La nena grande. Mama. No entiendo nada.
La abuela lloraba junto al cuerpo de mama. Seguía cayendo sangre por la cabeza y recorría su cara desde la frente hasta los labios. 
Todo empezaba a nublarse. No veía bien. La abuela se desvanecía junto a mama. Yo sentía que me jalaban de la ropa hacia atrás. Una sensación como de caída me llegó al corazón.
Me desperté jadeando. Transpirando. Fue horrible. Nunca había tenido un sueño así. Parecía tan real. 

Como ya era de día. Me levante de un salto. Fui hacia la habitación de mama. Estaba la abuela recostada sobre la cama de mama. Me había olvidado que seguía en el hospital. La abuela me miró fijo a los ojos. Estaba llorando.

-Buen día Julita- me dijo, secándose las lagrimas de la cara.
-Buen día abue. Tuve un sueño horrible. ¿Puedo abrazarte fuerte?

Me miró como dudando por un momento. Pero luego asintió con la cabeza y extendió los brazos en señal de abrazo. La abrace con fuerza durante un rato.
Después me preparó el desayuno y vimos la tele juntas. Durante la mañana no hice muchas cosas. Seguí mirando la tele en la pieza. Y la abuela estuvo hablando por teléfono casi todo el tiempo. Escuche un par de cosas que dijo. Pero no me di cuenta con quien hablaba.

-No podemos seguir así. Ya tratamos de todo. Nada da resultado. Esta vez se excedió demasiado. Yo no creo que pueda seguir con esto. Ni mi hija ni yo…. Todavía no sé. Está mal. No le quieren dar el alta…. Es que, nunca se sabe que va a pasar. La medicina parece no hacer resultado. Por momentos está bien, y de repente sin darnos cuenta todo se vuelve un caos. Como lo que pasó ahora…. Está bien, los espero.
Le pregunté después con quien había hablado y me dijo que estaba hablando con el doctor. Que mama está estable y que seguramente muy pronto vuelve a casa. Yo sabía que no era así. Porque la había escuchado hablando por teléfono. Pero no le dije nada porque si no me iba a retar por escuchar a través de la puerta.
Después de comer, casi a la hora de la merienda sonó el timbre. La abuela atendió.
Entraron en la casa dos señores y una señorita. Uno de los señores era Héctor. A los otros dos no los conocía. Héctor y el señor estaban vestidos de traje y corbata. Héctor  usaba uno de color azul, con camisa blanca y corbata azul también. El otro señor un traje negro, con camisa y corbata oscuras. La señorita tenía puesto una pollera re linda y una blusa blanca. El cabello recogido. Muy elegante.
Yo estaba sentada en el sillón. Me levanté y me dirigí hacia donde estaban ellos.

-¡Héctor! ¡Te extrañe un montón! Abuela el es Héctor. Mi amigo. ¡El señor que se queda con migo a la salida del colegio!-  La abuela me miró y asintió con la cabeza. Luego extendió la mano dirigiéndose al señor y a la señora que venían con Héctor. Miró a Héctor como esperando algún tipo de aprobación.
-Yo los presento- dijo Héctor mirando a la abuela- Julita, el señor se llama Carlos y la señorita se llama Delia. Vienen con migo para hacerte unas preguntas. No te asustes. Es algo normal por lo que le paso a tu mama ¿sabes?
-Sí. Entiendo.
La abuela los invitó a sentarse en los sillones y se fue a la cocina a preparar café.
-Bueno. ¿Por qué no empiezas contándonos que fue lo que paso el otro día cuando tu mama se lastimo?- Héctor miro al señor y a la señorita. Luego me miró a mí y me hiso una mueca con la cara invitándome a hablar.
Le conté todo lo que pasó ese día que él había venido a casa a charlar con mi mama. Y todo lo que pasó cuando se fue y llego papa. Casi con los mismos detalles que cuando te lo conté a vos. Mientras hablaba, la señorita Delia, escribía en un cuaderno. Muy rápido. Parecía que escribía todo lo que yo decía. Mientras contaba la historia el otro señor me interrumpía para preguntarme algunas cosas.
-¿Y tu padre estaba en la casa? ¿Cuándo llegó? ¿Lo ves muy seguido, o aparece muy de vez en cuando? ¿Y quién mas estaba en la casa? ¿Con quién vivís?

Yo le respondí todas las preguntas, aunque me parecieron un poco tontas. Yo vivo con mama, papa y Valentino. La abuela a veces me cuida cuando papa no puede. Después me preguntó cómo me llamaba, cuantos años tenía. A lo cual la señorita levantó la cabeza y  miró a Héctor, quien cerró los ojos y movió la cabeza, siguió anotando en el cuaderno.
A veces Héctor interrumpía al señor en algunas de las preguntas. Movía la cabeza en signo de negación y el señor cambiaba la manera de hacerme la pregunta, o directamente me preguntaba otra cosa. La abuela estaba apoyada sobre la pared, en la arcada que divide la cocina del living. Por momentos se tapaba la cabeza con las manos y la movía de un lado al otro. Siguieron haciendo preguntas sobre mi papa, y de cómo nos trataba. Y a que se dedicaba.
Después me dieron las gracias por haberme portado bien y haber respondido todas las preguntas, y me pidieron si los dejaba un segundo hablar con mi abuela. Yo me fui a mi cuarto. Traté de escuchar algo atreves de la puerta. Pero escuche muy poco.

-Muchas gracias señora por todo. Sebemos que esto es muy difícil para usted. Vamos a estudiar el caso, pero viendo las circunstancias en las que vive su hija y su nieta, lo mejor va a ser un centro de cuidados especiales. Igualmente no nos apresuremos. Vamos a ver como evoluciona su hija y ella podrá decidir también que hacer. Pero estará usted de acuerdo en que no pueden vivir de esta manera. Es muy peligroso para las dos. Y no lo tome a mal, pero usted ya esta grande para protegerlas.

Cuando se fueron. Me quede escuchando. La abuela se había quedado sollozando. Yo entendía lo que pasaba. Pero no quise decirle nada. Ya estaba muy mal por lo de mama. No tenía que ir con mis inquietudes. Seguramente esos señores eran asistentes sociales. Y me quieren llevar a mí y a Valentino. Por eso me hacían preguntas sobre papa. Porque el otro día cuando mama se lastimo. Seguro fue él el que la lastimó. Y se llevó a Valentino con el después. Pero no estoy mal. Porque mama se va a reponer, y va a salir todo bien. Papa se va a poner bien también. Se va a dejar de enojar, va a traer a Valentino y vamos a vivir todos bien como antes.

Bueno, eso es lo que pasó hoy. Ahora te dejo que me parece que suena el teléfono y deben ser noticias de mi mama, porque la abuela estuvo prendida al teléfono toda la tarde desde que se fueron Héctor y sus amigos.


 ...continuara... ?

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