martes, 31 de agosto de 2010

"Julita" (4ta parte) -El hospital-

Querido diario. Hola, soy julita. Tengo muchas cosas para contarte. No todas son cosas lindas. Anoche paso algo muy feo y hoy estamos en el hospital.
Anoche mucho después que Héctor  se haya ido llegó mi papa. Yo estaba en la habitación leyendo mi libro de la naturaleza. Tenía muchas fotos lindas de animales y plantas.  Escuche que había venido papa pero no salí de la habitación para saludarlo, porque es tarde ya, y se suponía que ya tenía que estar dormida. Después empecé a escuchar que discutían. Papa tenía la voz ronca. Hablaba muy fuerte. Se notaba enojado por algo.
Empecé a prestar más atención. Quería saber porque se estaban peleando. Me acerque un poco más a la puerta así escuchaba un poco más de cerca.
-Te digo que no paso nada. Solo es un amigo- decía mama.
-Un amigo, si claro. ¿Vos que pensarías si llegas a tu casa y  encuentras la ropa de alguien más? No soy estúpido. ¿Qué hacia acá?
-Te estoy diciendo que nada. Solo una cosa del trabajo. Teníamos que hacer un informe. No nos quedó tiempo en la oficina.
-No te creo nada. Me tienes cansado con estas cosas.
-¿Yo te tengo cansado? Vos llegas a la hora que se te canta y yo te tengo cansado a vos.
-¿Por qué estabas sola con él? ¿Por qué no le dijiste a julita que se quede con ustedes?
-¿De qué estás hablando?
-Sabes muy bien de que te estoy hablando
-No te entiendo. Ya no puedo más con esto. Estoy tan cansada. Ya no da para más - mama empezaba a cambiar su voz. Creo que estaba por llorar.
-¿Estas cansada? ¡Yo estoy cansada! No te soporto más.
Mama estaba gritando. Después se escucho un golpe fuerte y dejo de gritar. Yo me metí rápido en la cama y me hice la dormida. Estaba muy asustada. No entendía nada de lo que estaba pasando. Era todo muy raro.
 Después me puse muy mal. Yo también estaba cansada de estas cosas. Nadie me tenía en cuenta. Nadie se preocupa por Julita. Agarre la almohada. Tenía ganas de romper cosas. La sacudí. La tire al piso y después empecé a pegarle. No me gustaba hacer esas cosas pero se sentía muy bien. Yo también empecé a gritar después.
Valentino empezó a gritar. Ya no soportaba el dolor de cabeza. Me estaba estallando. Estaba temblando tirada en el piso junto a la almohada. Las lágrimas me caían de la cara. No podía creer que después de semejante griterío ni papa ni mama entraran en la habitación para ver como estaba.

Cuando me desperté estaba acostada en un banco. Con la cabeza apoyada en las piernas de la abuela. Me levanté. Estábamos en un pasillo grande. Todo pintado de blanco. La gente iba i venia. No había mucha pero la que estaba pasaba rápido. Parecían estar muy ocupados. Se sentía un olor raro también. Como metálico.
-¿Donde estamos abue?- le pregunté. Ella estaba despierta. Pero tenía cara de enojada.
-En el hospital. Tu mama está siendo atendida.
-¿Por qué? ¿Qué le pasó?
-¿No recuerdas lo que pasó anoche en tu casa?
-No. Solo que mama y papa discutieron.
-Ya veo-  Su cara cambio un poco. De parecer estar enojada ahora parecía triste. Me miraba como si fuera un extraño. Me pregunté qué tan mal estaría mama para que la abuela se preocupara tanto.- Tu mama tuvo un accidente aparentemente. Esta internada para ver si se mejora. El médico la está cuidando ahora.
-¿Pero va a estar bien? Tengo miedo abue ahora.
-Va a estar bien mi amor. No te preocupes- No pudo terminar de decir eso y se largo a llorar. Se levantó.-Perdón mi amor, perdón. Ahora vengo no te muevas de acá- Se tapaba la cara con ambas manos. Se dirigió un poco más allá del pasillo. Todavía podía verla. Se recostó sobre la pared y seguía con la cara tapada con las manos.
El pasillo comenzaba a llenarse con más gente. Pasaba inmersa en sus propias preocupaciones. De vez en cuando alguno se quedaba mirándome como si me conociera. O como si tuviera algo raro en mi cara. Al principio me pareció divertido, pero después no me gustó nada. Cada uno que pasaba me miraba de arriba abajo. Me pregunté en donde estaría mi papa. Debería estar muy preocupado. Seguramente estaba con Valentino. El era muy chiquito para venir a un hospital. Hasta yo, que soy más grande que él, me siento un poco extraña en este lugar.
Pasó una mujer con delantal rosa y me sonrió. Cuando llego a donde estaba la abuela parada se quedó hablando con ella unos momentos. Después la mujer del delantal rosa saco su teléfono celular y llamó a alguien. Hablo por unos minutos. Se despidió de la abuela y siguió su camino. Un doctor que venía caminando se detuvo en donde estaba la abuela y se quedó hablando con ella también. Era alto con el pelo cortito, tenía un delantal blanco hasta la rodilla, y le colgaba del cuello un aparato de doctores. Cuando termino de hablar la abuela vino hacia mí.
-Tengo buenas noticias julita. Tu mama está bien. Quizá hoy ya puede volver a casa, pero todavía no es seguro. Si se tiene que quedar acá otra noche te quedas en casa con la abuela. Y mañana la venimos a visitar.
-¡Qué bueno abue! ¿Y la puedo ir a saludar a mama ahora?
-Todavía no mi amor. Esta durmiendo. Tenemos que dejarla descansar. Los médicos la están cuidando muy bien.
-Estoy aburrida abue. No sé qué hacer.
-Ahora en un ratito te llevo a casa y tomamos la merienda.
-Bueno.
Le sonó el celular a la abuela. Lo saco de la cartera y lo miró. Era un mensaje porque no contestó. Se quedo un segundo leyendo y luego lo volvió a poner en la cartera.
-Ahora vengo julita. Voy a comprar un alfajor y un té. ¿Te traigo algo para comer antes de que vayamos a casa?
-Sí, un alfajor quiero abue.
-Bueno, ahora vengo. Quédate acá. No te muevas.
Justo cuando estaba llegando al final del pasillo y doblo para el lado de la escalera apareció Héctor.  Se dirigió hacia mí y se sentó al lado mío en el banco.
-Hola julita
-Hola Héctor. Qué lindo verte. ¿Qué haces acá?
-Pasaba por acá. Contáme Julita. ¿Qué pasó anoche? ¿Sabés por qué estas en el hospital?
-Mi mama tuvo un accidente en casa mientras dormía. Creo que se cayó o algo.
-¿No te acordas lo que pasó anoche?
-No. Solo que mama y papa pelearon un poco. Pero después me quede dormida me parece. Porque no recuerdo más nada. Me desperté acá junto a la abuela.
-¿Hay alguien más acá con nosotros?
-Mi abuela. Pero se fue a comprar dulces.
-¿Te acordas que día es hoy?
-Sí. Domingo. ¿Porque me estás haciendo todas esas preguntas? No entiendo.
-Nada julita. No te preocupes. Cosas mías. Me alegra a verte visto hoy. Seguramente te veré mañana o pasado a la salida del colegio. ¿Qué te parece?
-Quédate un rato más. Ahora viene la abuela.
-No puedo. Tengo cosas que hacer. Otro día me quedo.
Me dio un beso en la mejilla y se fue. Entonces te saqué de mi mochila y empecé a escribir. La abuela no viene más. Está tardando mucho. Tengo muchas ganas de ver a mama. Pero la abuela dice que todavía no puedo porque está durmiendo.  Cada vez que aparece Héctor estoy sola. Así claro que van a pensar que tengo un amigo invisible. Pero yo sé que no lo es.

Ahí viene la abuela. Chau diario hasta la próxima.

.....continuará.....

No hay comentarios: